Según una encuesta, los movimientos políticos influyen en los inversores, aunque también preocupan la inflación, la crisis energética y la manipulación del índice de precios al consumidor.
Pese a transitar por el camino de la estabilidad política y el alto crecimiento económico, la Argentina afronta, sin embargo, una posición no muy favorable en un índice internacional de riesgo político por la incertidumbre que perciben los inversores sobre el largo plazo.
El encargado de rankear al país en este caso ha sido Eurasia Group, una consultora que prepara desde hace ocho años el índice de riesgo político global (GPRI, por sus siglas en inglés) para inversores financieros y que considera que la Argentina está peor que Brasil y México, aunque se ubica mejor que China, Sudáfrica, Turquía, la India, Rusia, Indonesia, Ucrania, Colombia, Venezuela, ciertos países africanos y los del explosivo Medio Oriente.
El GPRI, que mide la habilidad de un país de absorber shocks geopolíticos, indica que cuanto más alto es el número asignado a un país (de 0 a 100), mayor es su estabilidad.
La Argentina se sacó en el último índice, elaborado en mayo, un 65, frente a Hungría, que lideró con 78, seguida por Corea del Sur con 76, Polonia con 73, Bulgaria con 71, Brasil y México con 66. Muy por debajo de la Argentina aparecen Colombia con 55, Irán con 51, Venezuela con 50, Nigeria con 49 y Paquistán con 47.
El presidente de Eurasia, Ian Bremer, indicó que "los inversores les temen a los cambios imprevistos, aun si persiguen ganancias de las oportunidades que crea esta propia incertidumbre". Para otorgar un panorama más amplio que los simples datos de la economía, la consultora considera que hay que medir el impacto de la política en los mercados.
Eurasia admite que el riesgo político es más complejo de medir que la incertidumbre económica. Por esa razón, determinan algunos parámetros fijos: cuánto dinero gana un juez para vivir, de cuánta información dispone respecto de las nuevas leyes y, por qué no, qué riesgo enfrenta de ser asesinado en los países más violentos.
Esas variable se cruzan con otras más concretas, como el producto per cápita, la balanza de pagos y la deuda del país. El resultado de esta combinación es un índice global que se divide en cuatro aristas: gobierno, sociedad, seguridad y economía.
En esta grilla se observan diferencias entre las variadas facetas del país: la economía está ubicada en el mejor lugar de los cuatro factores mencionados, con un resultado que rondó entre 70 y 79 desde enero; luego, se ubicó la sociedad civil con un rango de 60 a 68; tercero, el Gobierno, con 61 a 66, y, por último, la seguridad con 61 a 65.
Daniel Kerner, analista político de Eurasia para América latina, afirmó a LA NACION desde Estados Unidos que claramente existe una dicotomía en la percepción sobre la Argentina. "Se observa un gobierno fuerte, en parte por la fortaleza propia y en parte por la debilidad y la fragmentación de la oposición, que convive con un empeoramiento de la situación del sector privado, y por eso la Argentina ha venido estando penalizada", sostuvo Kerner.
El analista admitió que para la consultora "no tiene tanta importancia si un país es democrático o no". "No es un tema tan importante respecto de los inversores extranjeros ni se penaliza tanto", se sinceró.
¿Por qué un país que crece al 8 o 9 por ciento desde 2003, que tiene superávits gemelos, reservas por más de US$ 40.000 millones y un tipo de cambio más competitivo en términos nominales que otros vecinos de la región no puede imponer una imagen más positiva? Estos son algunos de los motivos de esa desconfianza, según el análisis de Eurasia:
La marcha de la inflación: "El IPC subió en mayo el 0,4% según el Indec, una vez más menos que las expectativas del mercado. Esto confirma nuestra visión de que el Gobierno continuaría manipulando el IPC en lugar de apelar a una reforma seria y positiva en el Indec... [como] el Gobierno está tratando de mantener el IPC por debajo del 2006, cabe esperar una agresiva manipulación del índice en los próximos meses".
Las elecciones: "El Gobierno evitó un golpe mayor en las elecciones porteñas porque su candidato, Daniel Filmus, alcanzó a la segunda vuelta. Pero la inesperada ventaja de Mauricio Macri puede complicar las cosas para el Gobierno, al convertir la campaña del ballotage en un referéndum sobre la gestión de Kirchner".
La situación energética: "La decisión oficial de racionalizar el gas y la electricidad a fines de mayo afectó por primera vez a los consumidores. Aunque esto tuvo un efecto limitado, refleja un problema estructural que continuará deteriorándose. Mientras la liberalización de precios no está garantizada, dado su impacto en el ingreso real y la inflación, un gobierno de Cristina Kirchner podría ser forzado a cambiar de dirección en esta materia".
La crisis con los maestros en Santa Cruz: "Aunque el episodio se resolvió, demuestra la debilidad global de Kirchner frente a los gremios, en especial respecto de los empleados que no están afiliados a la CGT. En el caso específico de los maestros, los sindicatos locales tienden a tener una orientación más de izquierda que a estar ligados al partido peronista, lo que reduce la habilidad de los líderes de resistir las presiones de sus afiliados".
Disyuntivas del Gobierno
Evitando las recetas clásicas -aunque sin haber descuidado hasta este año el superávit fiscal alto-, el Gobierno no pudo comprar el amor de los inversores extranjeros desde 2002, aunque esto no se refleje en la gran avidez de los que quieren comprar bonos argentinos masivamente por sus tasas de interés más que atractivas.
"En economía, lo que se ve es que hay alto crecimiento, altas reservas en el Banco Central, superávits gemelos, pero a la vez hubo políticas malas para el crecimiento y para la estabilidad monetaria que afectan la posición del país", indicó Kerner.
En particular, agregó, los niveles de gasto son tan fuertes, que le agregan fuego a la inflación; en menor medida, las intervenciones continuas del Banco Central en el mercado de cambio para sostener el dólar arriba de $ 3 operan en el mismo sentido. El Gobierno no quiere modificar esta estrategia, aunque algunos funcionarios admitan por lo bajo que habría que darle cierta volatilidad (controlable) al tipo de cambio para evitar volver a caer en un cambio fijo a tres pesos.
Curiosamente, ciertos analistas del denominado campo heterodoxo o progresista también afirman en voz baja que el Gobierno está desaprovechando una oportunidad increíble para generar un proceso de desarrollo perdurable.
Uno de estos grupos de pensamiento es el plan Fénix, que está conforme con las raíces del plan productivo que está diseñando el gobierno con las provincias, pero que cree que el famoso eslogan oficial de "crecimiento con inclusión social" está lejos de cumplirse.
El economista Jorger Schvarzer, director del Centro de Estudios de la Situación y Perspectivas de la Argentina (Cespa) e integrante del Fénix, dijo a LA NACION que hay que establecer pautas para el futuro.
Sin embargo, opinó que si la estabilidad del crecimiento se mide por el nivel de inversión, esta variable "crece más que el PBI y, por lo tanto, sería lógico pensar que el crecimiento permanece en un nivel estable".
Schvarzer admitió, como muestran claramente las cifras, que no hay inversiones externas importantes, pero destacó que, igualmente, todos los días se ven máquinas nuevas.
La semana pasada, para alegría del Gobierno, el ex economista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), Rahuram Rajan, dijo en las jornadas monetarias y bancarias del Banco Central que la experiencia demuestra que en los países no industriales resulta más significativo el aporte del capital nacional que del extranjero en el desarrollo industrial.
Schvarzer ratificó: "De hecho, en todos los países del mundo, el 80% la inversión es nacional".
"¿Y qué nubarrones ve?", preguntó LA NACION. "La inflación es manejable incluso en un 10% anual; prefiero que se mantenga en ese nivel y seguir creciendo al 8%, a perder fuerza en el nivel de actividad. Lo que sí es preocupante es la cuestión energética, porque ninguna solución parece barata o próxima a concretarse: si la demanda sigue creciendo fuerte, puede haber más problemas", advirtió Schvarzer.
Desde otra perspectiva ideológica, el economista jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), Daniel Artana, resumió las preguntas que se hacen los inversores en el exterior y que se reflejan de algún modo en el informe de Eurasia:
La cuestión energética: "Creo que la estrategia del Estado está demorada".
La inflación: "Hay inflación reprimida que el Gobierno no mejora sino que cambia los índices".
El gasto público: "Existe una explosión del gasto público porque el Gobierno supone que la situación internacional actual es permanente".
La cuestión política: "Todo el mundo cree que ganará uno de los dos Kirchner [Néstor o Cristina] y, por lo tanto, la pregunta es si van a cambiar o seguir con medidas populistas, como los subsidios y controles".
"Es bastante obvio que la Argentina necesita un cambio en la política económica para pasar de la recuperación al crecimiento sostenido, aunque para un gobierno cambiar no es fácil sobre todo cuando le ha ido bien hasta ahora", dijo resignado Artana.
Los futuros índices de riesgo político de Eurasia indicarán si la Argentina puede mejorar o no su imagen ante los exigentes inversores del mundo.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar