El plan de salvataje hipotecario recibe fuertes críticas
Dividirá a los hipotecados en cuatro grupos. Analistas lo califican como una "pesadilla burocrática" que, además, podría disparar los casos de fraude.
El plan de Paulson para evitar más ejecuciones hipotecarias está encontrando oposición en diversos sectores, empezando por alguien inesperado: otros dueños de hogares. Y es que según se van conociendo más detalles sobre el plan, mucho empiezan a quejarse diciendo simplemente que el plan no es justo con los hipotecados que han hecho los deberes.
Otros señalan que el gobierno no debería preocuparse por mantener una burbuja inmobiliaria que necesita corregirse, y que además el plan no solucionará nada. Existen numerosas dudas, empezando por la propia efectividad de la medida. Primero, el plan de Paulson no ayudará a los que tengan hipotecas subprime pero sí puedan pagarlas, y peor aún, tampoco ayudará a aquellos que no pueden pagar las cuotas de sus hipotecas actuales, según opina elEconomista.com.
Reminiscencias marxistas ¿Y entonces en qué consistirá el plan? En principio -y con tan sólo unas líneas esbozadas- dividirá a los hipotecados en cuatro grupos, de los cuales sólo serán ayudados unos: aquellos que podrían pagar las cuotas si el interés fuera congelado o se extendiera el plazo de amortización. A priori, parece una buena idea.
Sin embargo, algunos analistas nortamericanos ya han puesto el grito en el cielo y lo califican como "pesadilla burocrática" que, además, podría disparar los casos de fraude. Más aún, algún experto ha llegado a señalar que recuerda lejanamente al postulado marxista (y también anarquista) que establecía que: "de cada cual según su capacidad; a cada cual según sus necesidades".
Es decir: lo más anti-estadounidense que recuerdan los viejos del lugar desde, posiblemente, el New Deal. Algo cuanto menos curioso viniendo de un gobierno republicano y "liberal" y de un Secretario del Tesoro formado en Goldman Sachs, la cuna del capitalismo posmoderno y la ingeniería financiera. Los opuestos se atraen.
Tu hipoteca no es de tu bancoOtro de los grandes problemas que probablemente no podrá atajar este plan es el hecho de que el banco que ofrece la hipoteca la ha titulizado, troceado y vendido. Antiguamente, tanto el hipotecado –un particular que lo último que quiere es vender su casa-, como el banco –una entidad que lo último que desearía es abonar los costos del embargo-, tenían interés mutuo en evitar los impagos.
Pero ahora, los poseedores de los bonos respaldados por hipotecas son hedge funds u otras instituciones, cuyos intereses no tienen por qué coincidir con los de los hipotecados y, peor aún: al fondo no tiene por qué interesarle un cambio en las condiciones de la hipoteca. Pero, y por ponerlo aún peor para Estados Unidos, puede que el remedio sea peor que la enfermedad, de acuerdo al mismo medio.
Un ejemplo: Freddie Mac y Fannie Mae. Estas empresas "pseudopúblicas" son las encargadas de dar liquidez al mercado hipotecario y garantizar su funcionamiento. Pues son las dos mayores poseedoras de este tipo de bonos. Y son, además, dos de las más afectadas por la actual crisis, por lo que su función podría verse resentida y podría causar más pérdidas a estas empresas.
¿Quién paga el plan? Eso sí: los principales defensores del plan señalan que evitará que la economía se contagie de una caída del sector inmobiliario.
Sin embargo, aquellos que han estado esperando a una corrección de los precios de la vivienda para entrar en el mercado señalan que la medida les podría seguir dejando fuera del mercado, ya que los precios no caerían lo debido.
Sin embargo, el gran interrogante que planea la medida es si finalmente serán los propios consumidores los que paguen con sus impuestos los excesos de una burbuja, que además podría haber sido creada el propio gobierno manteniendo los tipos de interés demasiado bajos durante demasiado tiempo.
Cuidado: todo esto, además, sumado a lo que podría traer ese El Dorado de la abogacía que es Estados Unidos. Esto es: una lluvia de posibles demandas. Una medida de este tipo podría ser el sueño de los abogados ya que cambia las reglas de la ley, puesto que un contrato podría ser modificado sin que una de las partes estuviera de acuerdo.
Todo un filón.