Tropiezo Para los Bonos de Carbono
El mercado europeo fue sacudido en estos últimos días porque las emisiones contaminantes fueron menores que los derechos asignados. Impacto a nivel local
Un clima de conmoción se vive por estos días en el mercado europeo de bonos de carbono (European Union Allowances), que se encuentra operativo desde enero del 2005.
La Comisión Europea (CE) publicó dos semanas atrás el nivel de emisiones de dióxido de carbono que alcanzaron las empresas del continente durante el año pasado, bastante por debajo de los derechos de contaminación (bonos de carbono) asignados gratuitamente por sus respectivos gobiernos. El resultado: un exceso de oferta de bonos, que hizo derrumbar los precios de los contratos futuros.
De una cotización a fines de abril de 30 euros (u$s38,50) por tonelada emitida de dióxido de carbono (CO2), se pasó a un piso de 8,50 euros (u$s11) a mediados de mayo, es decir, una caída de casi 72% en dos semanas. A principios del período siguiente el mercado recuperó parte de lo perdido y cerró el lunes en 15,10 euros.
Errores
Con el objetivo de reducir las emisiones de gases contaminantes por parte de las empresas, se firmó en 1997 el Protocolo de Kyoto, que estipula una reducción progresiva de estas emisiones. Las empresas de países desarrollados que no puedan cumplir con los niveles acordados deberán comprar derechos de emisión, conocidos como bonos de carbono. Estos derechos son emitidos por compañías de países emergentes que cuenten con proyectos que permitan reducir los niveles de contaminación.
El objetivo de este mercado es el de facilitar las inversiones en tecnologías menos contaminantes y fijar un precio al dióxido de carbono emitido, algo que hasta ahora era gratuito. Para ayudar a sus empresas a alcanzar los parámetros acordados (la Unión Europea se comprometió a reducir 8% sus emisiones antes del 2012), la CE entrega cupos de derechos de emisión, de acuerdo con cuánto se estima que cada compañía va a contaminar.
Pero estas previsiones fueron superiores a los niveles comprobados, por lo que muchas empresas se encontraron con un exceso de bonos, que pueden ser vendidos en el mercado. La CE anunció que en el 2005, los cupos superaron a las emisiones en 44 millones de toneladas de dióxido de carbono.
Argentina
Esto es lo que explica actualmente la caída en los precios, la cual preocupa a las empresas argentinas y de los demás países emergentes, puesto que la volatilidad de estos bonos (que sirven de parámetro para evaluar el precio de los certificados de emisión que puedan vender compañías emergentes) afecta de manera indirecta los cálculos de rentabilidad de los proyectos que reduzcan la contaminación.
Para Paula Di Pietro, especialista en bonos de carbono de la Bolsa de Comercio, “esto impacta al mercado global, y a las compañías argentinas que tenían certificados de emisión retroactivos.
Porque se pensaba que éstos iban a equiparar el precio de los derechos europeos, de cerca de 30 euros”. La Bolsa de Comercio organizó este año la primera ronda de negocios en bonos de carbono del país, con el objetivo de convertirse en actor principal del incipiente mercado en la Argentina.
Bolsa
En su momento, el entonces titular de la Bolsa, Adelmo Gabbi, llegó a aventurar que para fines de 2006 podría estar en vigencia el nuevo mercado secundario de bonos de carbono funcionando desde al Bolsa de Comercio de Buenos Aires.
Gabbi apuntaba a un mercado de carácter regional, donde empresas de países limítrofes también pudieron vender o comprar sus créditos de carbono.
De todas formas, hoy la realidad parece indicar que el mercado secundario de bonos de carbono todavía debe ser planeado en un horizonte de más de cinco años.
Cómo funcionan los créditos verdes
El tratado de Kyoto sobre reducción de emisiones contaminantes –que no fue suscripto por los Estados Unidos– prevé que los países deben comenzar a achicar sus emisiones de dióxido de carbono.
Los bonos de carbono o bonos verdes no son otra cosa que créditos con los cuales aquellas empresas o países que no cumplen con los compromisos de reducción de gases tóxicos pueden pagar para, de alguna manera, financiar a aquellas industrias que sí realizan reducción de emisiones. De esta forma, quienes contaminan terminan financiando a quienes invierten o realizan esfuerzos para no hacerlo. Para generar bonos de carbono, una empresa debe presentar un plan de reducción de emisiones que debe ser certificado por un organismo que depende del Banco Mundial.
Éstos son los títulos que, más tarde, pueden negociarse en el mercado secundario. En la Argentina ya hay media docena de empresas que presentaron proyectos en este sentido.
Dicen que las cotizaciones podrían subir cuando se acerque el 2012
Paula Di Pietro explica que el impacto a mayor plazo para las compañías locales va a ser poco significativo, “porque hay que entender que estos precios que cayeron son de derechos de emisión que corresponden a la primera fase en la UE. Entonces, los certificados que hoy obtengan las empresas argentinas, que sean de ahora al 2007, pueden ver su precio más reducido. Pero los de los certificados futuros no tienen grandes variaciones”.
Justo Erede, economista de la Universidad del CEMA coincide con la especialista: “El impacto es residual, porque lo único que podemos esperar es que los precios aumenten por un crecimiento de la demanda a mediano plazo. Hay que pensar que los primeros certificados se pagaron a 3 dólares la tonelada, por el riesgo implícito de algo nuevo. Y ahora por certificados ya emitidos se está pagando por arriba de los 15 dólares. Es decir que eso va en aumento, sin dudas”.
Cuando Di Pietro se refiere a la primera fase de emisiones, se trata de un período preparatorio, de cara al inicio del Protocolo de Kyoto, en el 2008.
Suba
“Esta fase contribuye para conocer las verdaderas dimensiones del mercado. A medida que se acerque el período de vigencia de Kyoto se van a incorporar más sectores y la UE va a asignar otra cantidad de permisos. La gran caída del precio fue porque las empresas no necesitaron tantos permisos”, concluye Di Pietro.
Lo curioso del caso es que una noticia que a primera vista debería ser positiva, como el hecho de que las empresas europeas hayan contaminado menos de lo que se preveía, en realidad tiene efectos negativos a nivel económico. Pero para Di Pietro, “cuanto más se acerque la entrada en vigencia de Kyoto, los derechos van a estar más requeridos por países como Japón o Canadá, y a medida que avancemos al final de este período (2012), los precios van a ser más altos”.
Es por esto que las empresas empiezan a mirar el horizonte de los próximos 10 años y ya hay varias que presentaron proyectos para ir generando créditos verdes.
Fuente: Martín Burbridge
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