El 30% del sueldo se va en pagar la tarjeta y el préstamo personal
Lo afirma un estudio privado. Los gastos financiados con tarjeta y con créditos son la principal deuda que tienen los consumidores medios. Es una proporción baja en comparación con otros países.
La mayoría de la gente que pertenece a la clase media tiene —aproximadamente— un 30% de su sueldo "comprometido" por alguna deuda."Si hoy, a los consumidores de los estratos medios, le cortás la tarjeta de crédito, les bajás un 30% el sueldo, porque tienen un tercio de su sueldo "flotante" o gastado a cuenta", explica el economista Oscar Liberman, de la Fundación Mercado.
El analista describe así la situación financiera de los hogares que perciben ingresos entre los 750 y los 3.000 pesos mensuales.La proporción que financia sus compras a futuro es, obviamente, más baja en los sectores de clase alta. Según el economista, en este caso, se trata del 17 o 18% de los ingresos que sólo percibe un 10% de la población.
¿En qué gasta la gente ese dinero que aún no cobró? Según Liberman, las dos terceras partes de ese monto va a cubrir los gastos del supermercado o de los alimentos. El resto, es destinado a la cuota de algún producto que se compra financiado o de algún crédito personal.
Uno de los mecanismos de la gente al endeudarse es "tarjetear" o apelar a las cuotas para ganarle a la inflación. Especialmente, si esas cuotas no tienen interés.
Pero, aún los créditos personales bancarios, que tienen un interés por encima del índice inflacionario, también vienen creciendo en forma sostenida, tanto en volúmenes como en cantidad de operaciones (ver página 19).
El banco Río, por ejemplo, alcanzó un récord histórico en el primer trimestre del año, al liquidar créditos por 215 millones de pesos. Eso representó un incremento del 389% respecto del mismo trimestre del año pasado, comentó Franco Rizza, gerente del área de ese banco.
Ernesto Cuccaro, gerente del banco Francés, contó que la entidad —este mes— está triplicando la colocación de los préstamos respecto de junio del 2005. El monto promedio de quienes piden créditos allí es de entre 7.500 y 8.000 pesos a un plazo promedio de 30 meses. Casi un 30% de esos clientes se endeuda para comprar automóviles usados o nuevos. Y el resto se reparte entre quienes están refaccionando su casa, o deciden equiparla con electrodomésticos de alta gama o mobiliario nuevo, señala el directivo.
Desde el banco Galicia señalan que los créditos más masivos, de 5.000 pesos promedio, son destinados a productos de alta gama para equipar el hogar. Así, por ejemplo, un préstamo de 4.500 pesos, en 24 meses, al 22% anual, implica cuotas de 260 pesos. En cambio, las líneas para financiar compras de automóviles promedian los 18 mil pesos e implican cuotas bastante más altas.
Con todo, el nivel de financiamiento en la Argentina es muy bajo, respecto de otros mercados y también de otros momentos de la economía local. Especialmente si se lo compara con los '90, cuando —en términos reales— los ingresos eran más altos. "Después de la crisis, hubo una ampliación grande del ahorro, por el susto que tenía la gente por lo que podía llegar a pasar, sobretodo después del corralito", señala Liberman. Esa situación, contrajo el consumo.
En los bancos explican que los créditos personales representan, hoy, unos 8.900 millones de pesos, una cifra que, como porcentaje del PBI, sólo explica poco más de dos puntos. "Es muy bajo si se lo compara con Brasil, donde es el 15% o en Chile, que representa el 40%", señaló Rizza.
Respecto de cómo puede variar la situación de endeudamiento de la gente, en un futuro inmediato, Liberman agrega que todo depende de la política que el Gobierno vaya a aplicar: "Si se quiere mantener alto el consumo, el nivel de financiamiento va a seguir siendo bajo. "La única manera de aumentar la financiación es tener más ahorro y bajar el consumo", explica. Según él, esa porción del sueldo "flotante" de los consumidores, tiene una cara positiva y otra negativa. La primera es que la gente está pudiendo gastar ese dinero porque se le amplió el ingreso. La desventaja es que, si suben los intereses de la financiación, automáticamente se achica el consumo.
Fuente: diario Clarin
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