China Se Lanza A La Conquista Económica Del Continente Africano
Las inversiones chinas en Africa ya superaron a las inglesas. China busca fuentes de materias primas que necesita para su desarrollo industrial.
Al compás de la sed de China por el petróleo, el cobre, los minerales y otros productos africanos, el comercio chino-africano se ha quintuplicado, de 10.000 millones de dólares en 2000 a unos 50.000 millones este año. Las inversiones chinas en «áfrica ya superaron a las británicas y sólo están por detrás de las de Francia y Estados Unidos. La creación de nuevos corredores de comercio y de inversiones entre países en desarrollo —un flujo Sur-Sur que está en plena expansión, según las cifras difundidas por la ONU hace una semana— es un espectáculo desconcertante para las potencias tradicionales. China se ve a sí misma, con cierta razón, como aliada de los países en desarrollo, y los africanos desconfían, no sin motivo, de los discursos de sus ex amos coloniales que los aleccionan contra los riesgos asociados a las inversiones chinas. La presencia de los dinámicos empresarios chinos que llegan en número creciente está causando al mismo tiempo entusiasmo e inquietud en el continente más pobre del mundo. Ejemplo de los peligros y ventajas que entraña el acercamiento de Beijing con «áfrica es Zambia, donde la inversión china resucitó la mina de cobre de Chambishi, prometedora de buenos y necesitados ingresos para el país africano. Pero también trajo protestas de los mineros por los salarios bajos y las condiciones de trabajo peligrosas, que llevaron a decenas de muertes en un accidente a comienzos de este año.
Cumbre
Engalanada de pasacalles que proclamaban "Amistad, paz, cooperación y desarrollo", Beijing albergó esta semana una reunión de 48 jefes de estado del continente, la mayor cumbre de la historia china. "«áfrica, tierra de mitos y milagros" se leía en grandes afiches callejeros. La ofensiva de cordialidad refleja no sólo la creciente dependencia china de las materias primas africanas para impulsar su economía, sino también la determinación del país asiático de competir con Occidente como modelo y financista del mundo en desarrollo. "China y «áfrica sienten una atracción mutua", dice He Wenping, director del Departamento de «áfrica del Instituto de Estudios Asiáticos y Africanos de la Academia de Ciencias Sociales de China. "Los países africanos necesitan muchas cosas. Quieren opciones. Les interesa Oriente." En los últimos diez años, distintas empresas chinas volcaron capitales a proyectos africanos, entre ellos, ferrocarriles en Angola y hoteles en Sierra Leona. Inversores chinos y organismos oficiales desembolsaron miles de millones de dólares en rutas en Kenia, en una represa hidroeléctrica en Ghana y en una red de telefonía móvil en Etiopía. En Nigeria, donde China sigue adquiriendo activos petroleros, hay un diario en mandarín con una tirada de 50.000 ejemplares, destinado a una comunidad china más numerosa que lo que lo que nunca fue allí la comuniad inglesa, aún en el apogeo del imperio británico. Además, el gobierno chino ha facilitado financiamiento a países africanos por más de US$1.000 millones. Hay quienes consideran que el aumento de la influencia China constituye una forma de neocolonialismo. Sostienen que los chinos ayudan a sostener gobiernos abusivos. La semana pasada, Paul Wolfowitz, presidente del Banco Mundial, criticó a China por no respetar los derechos humanos ni las normas ambientales cuando otorga créditos a otros países en desarrollo. Bob Geldof, organizador de los conciertos solidarios Live 8, alertó que los intentos para acabar con la corrupción en «áfrica peligran por los préstamos blandos y el mercantilismo manifiesto de China. Wei Jianguo, ministro de gobierno, rechazó las críticas de Wolfowitz, argumentando que las inversiones chinas brindarían a algunos de los países más pobres del mundo un desarrollo de infraestructura que necesitan en forma urgente. He Wenping dice que para los gobiernos africanos, parte del atractivo del dinero chino es que generalmente viene sin condicionamientos, a diferencia de los fondos provenientes de otras fuentes, tales como el Banco Mundial, que insiste con requisitos laborales o ambientales o intenta penalizar la corrupción."Están hartos de recibir órdenes", explica He. "Tienen su soberanía y su dignidad. Quieren ser socios de igual a igual."
Crecimiento del 6%
Una de las objeciones que suelen hacerse desde los países occidentales es que algunas industrias locales están desapareciendo por culpa de las importaciones baratas provenientes de China. Sin embargo, el crecimiento anual del PBI africano, en conjunto, es de un sólido 6%, y algunos expertos sostienen que los beneficios económicos que ofrece China pesan más que los riesgos políticos."Las empresas chinas están construyendo caminos y hospitales. Además suelen llegar a donde las firmas occidentales no se atreven a ir", señala Feng Zhang, analista de Foreign Policy Centre, una usina de ideas de Londres.
Los Angeles Times y The Guardian, especial para Clarín.
Traducción de Susana Manghi
Editado por: Paola Totonelli - Equipo de Redacción, www.proactivos.com
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