Argentina: Cuál Es La Tasa De Rentabilidad Empresarial?
La ministra de Economía, Felisa Miceli, dijo que las compañías ganan el triple de lo que ganan en Europa; sin embargo, pocos son los sectores que se acercan a semejantes tasas de beneficios económicos
El Gobierno corre con ventaja
Sus funcionarios hablan de los negocios de las empresas y, por ahora, ningún hombre de negocios apela a su valentía para discutir ni un ápice las palabras oficiales.
Conocedora, de antemano, de esta ventaja, hace unos días la ministra de Economía, Felisa Miceli, dijo que las empresas tenían márgenes de ganancias de un 30 por ciento.
En el encuentro de fin de año con los periodistas, Miceli argumentó que las empresas ganan en la Argentina tres veces más sobre el capital invertido que en Europa.
“Lo que está congelado no son los precios –dijo en referencia a los controles que ejerce el Gobierno–, sino la tasa de ganancia de las empresas, que en este país tienen márgenes de 30%, el triple de lo que se obtiene en cualquier país europeo”, fueron exactamente sus palabras.
Nadie contestó a la ministra
Ahora bien, ¿cuánto ganan las empresas? O bien, ¿cómo es la rentabilidad de las compañías que operan en el país? O mejor, ¿es posible hablar de una generalidad cuando se refiere a la rentabilidad de las empresas?
“Lo primero que hay que señalar es que existen tantas realidades como empresas”, se atajó un empresario de servicios.
“No hay tantas realidades –lo contradijo un ejecutivo de una empresa de consumo masivo–, sólo hay dos: las que venden productos de consumo masivo y, por ende, tienen la lupa oficial, y las que comercian lejos de los ojos del Gobierno.”
La rentabilidad de las empresas quedó en el tapete después de los dichos de Miceli. Pero, lejos de la generalización que realizó la ministra, no existe en el país un patrón único como para comparar las ganancias empresariales.
Sí existe un común denominador entre todos los consultados por LA NACION: no es posible una comparación vis-à-bis entre la rentabilidad de las empresas que desarrollan sus negocios en la Argentina y la que lo hacen en el exterior.
“Como el costo de capital en la Argentina es más alto que en los países desarrollados, para generar un incentivo a la inversión, la rentabilidad tiene que ser más alta que en los países más estables. Esto por la regla de que a mayor riesgo se pide más retorno”, resumió Manuel Solanet (h.), economista de Infupa.
Por eso es necesario posarse en cada uno de los sectores para saber si son o no rentables.
Y haciendo este ejercicio aparecen algunas conclusiones
La industria –coinciden varios economistas– tiene buenos márgenes de rentabilidad, siempre que sus productos se comercien lejos de la mirada oficial. Eso sí, ya aparece el fantasma de la saturación de la capacidad instalada. Y pocos son los rubros cuya rentabilidad alcanza para ampliar la capacidad.
Pero dentro de la industria también hay variaciones. Las que producen alimentos tienen rentabilidad según fabriquen o no productos que caigan en la lupa oficial.
Claro está, que aquellos que puedan asociar su empresa a los números del petróleo tienen otra realidad: a ellos la formidable cotización del valor del crudo les deja márgenes de rentabilidad impensados para otras industrias.
Pero tan compleja es la economía argentina, que dentro de los petroleros haya algunos que también vean menguadas sus ganancias. Allí sufren los que tienen sus negocios enfocados en la venta de productos controlados por el guardián de los precios, el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.
En la mirada sobre las empresas de servicios públicos también coincide. Hay muy poca rentabilidad, o ninguna, en muchos casos.
“Hay algunos casos en que las empresas de servicios públicos se han beneficiado por poder ofrecer alguna gama de productos en un segmento no regulado. Ese es el caso de Telecom, que se benefició por la telefonía celular”, ejemplificó Emiliano Wachs, analista de SBS Sociedad de Bolsa que sigue de cerca los números que las compañías reportan a la Bolsa. "Luego del efecto de la devaluación, hubo un beneficio para las industrias que sustituyeron las importaciones", dijo el director de la consultora abeceb.com, Dante Sica.
Según el analista, hubo una fuerte recuperación, gracias al tipo de cambio y también por la caída de los salarios en comparación con la región. "Sin embargo entre 2004 y 2005 el salario empezó a recuperarse y la rentabilidad cayó en parte", agregó.
En algunas empresas de consumo masivo -de acuerdo con los datos de la consultora-, el costo laboral ya se ha equiparado con valores anteriores a los de la convertibilidad. "El costo laboral, en alimentos y bebidas, ya está en valores similares a diciembre de 2001", dijo Sica.
Sin embargo, la rentabilidad puede cambiar, incluso, entre dos empresas del mismo rubro.
Pocas ganancias
De acuerdo con datos que circulan en el mercado, a los que LA NACION accedió a cambio de no revelar el nombre de las empresas, en la Argentina algunas compañías líderes en el rubro de alimentos tienen un margen de Ebitda -resultado operativo antes del pago de impuestos, amortizaciones, intereses y depreciación [ earnings before interest, taxes, depreciation and amortization ]- promedió entre el 6,5 y el siete por ciento, mientras que en países más estables, este índice ronda el nueve por ciento.
Una química, que también tiene algún tipo de control de precios, muestra un Ebitda de un cuatro por ciento.
"A una empresa argentina se le pide más ganancia porque el riesgo es mayor. Una empresa de alimentos, puede tener un Ebitda de un 8% en los Estados Unidos, pero claro, allá consiguen capital a una tasa de un 6% y a largo plazo y acá, no sólo que es más caro conseguir financiamiento, sino que directamente no hay créditos a largo plazo", dijo Manuel Solanet, de Infupa.
Otra de las empresas argentinas que elabora productos de primera necesidad -LA NACION pudo conocer sus números- tiene dos operaciones muy marcadas: una controlada por el Gobierno, la otra no. Con una, la regulada, prácticamente no tiene márgenes de utilidad. Con la otra, equilibra sus cuentas.
Para ser algo más concreto con los servicios, Solanet estableció una diferencia. "Los servicios regulados -dijo- tienen problemas dado que el cuadro tarifario está congelado. Los servicios no regulados van a empezar a sufrir una baja de la rentabilidad mayor". Y ejemplificó: "Un caso típico de servicios son los colegios. Ellos tuvieron un alza de sueldo de alrededor de un 20% en 2006, además de la inflación. Es decir, si quieren mantener los márgenes deberán aumentar más que la inflación".
Problemas sectoriales
Hay algunos sectores no tan tradicionales a los que también les auguran tiempos complicados ¿El motivo? Aumento de precios en alguna parte de la cadena productiva que finalmente no se traslada a los precios finales del producto. Es decir, un eslabón de la cadena de comercialización está perdiendo o trabajando al límite.
"¿Ejemplos? -contesta a LA NACION, desde Bahía Blanca, la directora de la Fundación Mercado, Susana Nuti-. Uno puede ser la panificación. Hay muchas diferencias entre los precios de los insumos, trigo y harina, en este caso y panificados. El trigo sube mucho y en algún punto se deberán trasladar al precio del producto. El último eslabón de la cadena, que en general son pymes, va a tener una presión importante." Según su visión, los empresarios del cuero también pueden tener problemas. "La reducción de faena repercute en el sector de los cueros", agregó.
La minería luce números robustos. Allí se conjugan varios factores: El cada vez más firme precio de los metales en el mundo y la estabilidad tributaria por 30 años que gozan los proyectos mineros y que impide que se modifique la ecuación impositiva de un proyecto. Además, como sucede con los commodities, sus precios dependen de la demanda mundial y no del mercado interno.
El campo, también tiene sus diferencias. Aquellos que puedan dedicar su tierra a cultivar soja, podrán disfrutar de buenas ganancias. Por el contrario, los que se dediquen a la ganadería, tienen, por ahora, un panorama más complejos. Las restricciones a la exportación y los controles de precios limaron la rentabilidad ganadera.
Ahora bien, ¿cuál es la rentabilidad exigida a una inversión en la Argentina?
"Mire -se apuró en contestar el economista de Exante, Aldo Abram- en un país donde un funcionario maneja la empresa; donde hay que pedirle permiso para vender un producto y esperar que digan cuántos y a cuanto hay que venderlos; en un país en el que uno deposita dólares, el Gobierno los convierte en pesos y después la Corte dice que está todo bien. Bueno, en ese país, un inversor no pude pedir la misma rentabilidad que en una empresa que opera en un país estable".
Y luego cortó la conversación telefónica con LA NACION. Y volvió a llamar, atragantado con, por lo menos, cinco ejemplos más.
El Gobierno corre con ventaja
Sus funcionarios hablan de los negocios de las empresas y, por ahora, ningún hombre de negocios apela a su valentía para discutir ni un ápice las palabras oficiales.
Conocedora, de antemano, de esta ventaja, hace unos días la ministra de Economía, Felisa Miceli, dijo que las empresas tenían márgenes de ganancias de un 30 por ciento.
En el encuentro de fin de año con los periodistas, Miceli argumentó que las empresas ganan en la Argentina tres veces más sobre el capital invertido que en Europa.
“Lo que está congelado no son los precios –dijo en referencia a los controles que ejerce el Gobierno–, sino la tasa de ganancia de las empresas, que en este país tienen márgenes de 30%, el triple de lo que se obtiene en cualquier país europeo”, fueron exactamente sus palabras.
Nadie contestó a la ministra
Ahora bien, ¿cuánto ganan las empresas? O bien, ¿cómo es la rentabilidad de las compañías que operan en el país? O mejor, ¿es posible hablar de una generalidad cuando se refiere a la rentabilidad de las empresas?
“Lo primero que hay que señalar es que existen tantas realidades como empresas”, se atajó un empresario de servicios.
“No hay tantas realidades –lo contradijo un ejecutivo de una empresa de consumo masivo–, sólo hay dos: las que venden productos de consumo masivo y, por ende, tienen la lupa oficial, y las que comercian lejos de los ojos del Gobierno.”
La rentabilidad de las empresas quedó en el tapete después de los dichos de Miceli. Pero, lejos de la generalización que realizó la ministra, no existe en el país un patrón único como para comparar las ganancias empresariales.
Sí existe un común denominador entre todos los consultados por LA NACION: no es posible una comparación vis-à-bis entre la rentabilidad de las empresas que desarrollan sus negocios en la Argentina y la que lo hacen en el exterior.
“Como el costo de capital en la Argentina es más alto que en los países desarrollados, para generar un incentivo a la inversión, la rentabilidad tiene que ser más alta que en los países más estables. Esto por la regla de que a mayor riesgo se pide más retorno”, resumió Manuel Solanet (h.), economista de Infupa.
Por eso es necesario posarse en cada uno de los sectores para saber si son o no rentables.
Y haciendo este ejercicio aparecen algunas conclusiones
La industria –coinciden varios economistas– tiene buenos márgenes de rentabilidad, siempre que sus productos se comercien lejos de la mirada oficial. Eso sí, ya aparece el fantasma de la saturación de la capacidad instalada. Y pocos son los rubros cuya rentabilidad alcanza para ampliar la capacidad.
Pero dentro de la industria también hay variaciones. Las que producen alimentos tienen rentabilidad según fabriquen o no productos que caigan en la lupa oficial.
Claro está, que aquellos que puedan asociar su empresa a los números del petróleo tienen otra realidad: a ellos la formidable cotización del valor del crudo les deja márgenes de rentabilidad impensados para otras industrias.
Pero tan compleja es la economía argentina, que dentro de los petroleros haya algunos que también vean menguadas sus ganancias. Allí sufren los que tienen sus negocios enfocados en la venta de productos controlados por el guardián de los precios, el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.
En la mirada sobre las empresas de servicios públicos también coincide. Hay muy poca rentabilidad, o ninguna, en muchos casos.
“Hay algunos casos en que las empresas de servicios públicos se han beneficiado por poder ofrecer alguna gama de productos en un segmento no regulado. Ese es el caso de Telecom, que se benefició por la telefonía celular”, ejemplificó Emiliano Wachs, analista de SBS Sociedad de Bolsa que sigue de cerca los números que las compañías reportan a la Bolsa. "Luego del efecto de la devaluación, hubo un beneficio para las industrias que sustituyeron las importaciones", dijo el director de la consultora abeceb.com, Dante Sica.
Según el analista, hubo una fuerte recuperación, gracias al tipo de cambio y también por la caída de los salarios en comparación con la región. "Sin embargo entre 2004 y 2005 el salario empezó a recuperarse y la rentabilidad cayó en parte", agregó.
En algunas empresas de consumo masivo -de acuerdo con los datos de la consultora-, el costo laboral ya se ha equiparado con valores anteriores a los de la convertibilidad. "El costo laboral, en alimentos y bebidas, ya está en valores similares a diciembre de 2001", dijo Sica.
Sin embargo, la rentabilidad puede cambiar, incluso, entre dos empresas del mismo rubro.
Pocas ganancias
De acuerdo con datos que circulan en el mercado, a los que LA NACION accedió a cambio de no revelar el nombre de las empresas, en la Argentina algunas compañías líderes en el rubro de alimentos tienen un margen de Ebitda -resultado operativo antes del pago de impuestos, amortizaciones, intereses y depreciación [ earnings before interest, taxes, depreciation and amortization ]- promedió entre el 6,5 y el siete por ciento, mientras que en países más estables, este índice ronda el nueve por ciento.
Una química, que también tiene algún tipo de control de precios, muestra un Ebitda de un cuatro por ciento.
"A una empresa argentina se le pide más ganancia porque el riesgo es mayor. Una empresa de alimentos, puede tener un Ebitda de un 8% en los Estados Unidos, pero claro, allá consiguen capital a una tasa de un 6% y a largo plazo y acá, no sólo que es más caro conseguir financiamiento, sino que directamente no hay créditos a largo plazo", dijo Manuel Solanet, de Infupa.
Otra de las empresas argentinas que elabora productos de primera necesidad -LA NACION pudo conocer sus números- tiene dos operaciones muy marcadas: una controlada por el Gobierno, la otra no. Con una, la regulada, prácticamente no tiene márgenes de utilidad. Con la otra, equilibra sus cuentas.
Para ser algo más concreto con los servicios, Solanet estableció una diferencia. "Los servicios regulados -dijo- tienen problemas dado que el cuadro tarifario está congelado. Los servicios no regulados van a empezar a sufrir una baja de la rentabilidad mayor". Y ejemplificó: "Un caso típico de servicios son los colegios. Ellos tuvieron un alza de sueldo de alrededor de un 20% en 2006, además de la inflación. Es decir, si quieren mantener los márgenes deberán aumentar más que la inflación".
Problemas sectoriales
Hay algunos sectores no tan tradicionales a los que también les auguran tiempos complicados ¿El motivo? Aumento de precios en alguna parte de la cadena productiva que finalmente no se traslada a los precios finales del producto. Es decir, un eslabón de la cadena de comercialización está perdiendo o trabajando al límite.
"¿Ejemplos? -contesta a LA NACION, desde Bahía Blanca, la directora de la Fundación Mercado, Susana Nuti-. Uno puede ser la panificación. Hay muchas diferencias entre los precios de los insumos, trigo y harina, en este caso y panificados. El trigo sube mucho y en algún punto se deberán trasladar al precio del producto. El último eslabón de la cadena, que en general son pymes, va a tener una presión importante." Según su visión, los empresarios del cuero también pueden tener problemas. "La reducción de faena repercute en el sector de los cueros", agregó.
La minería luce números robustos. Allí se conjugan varios factores: El cada vez más firme precio de los metales en el mundo y la estabilidad tributaria por 30 años que gozan los proyectos mineros y que impide que se modifique la ecuación impositiva de un proyecto. Además, como sucede con los commodities, sus precios dependen de la demanda mundial y no del mercado interno.
El campo, también tiene sus diferencias. Aquellos que puedan dedicar su tierra a cultivar soja, podrán disfrutar de buenas ganancias. Por el contrario, los que se dediquen a la ganadería, tienen, por ahora, un panorama más complejos. Las restricciones a la exportación y los controles de precios limaron la rentabilidad ganadera.
Ahora bien, ¿cuál es la rentabilidad exigida a una inversión en la Argentina?
"Mire -se apuró en contestar el economista de Exante, Aldo Abram- en un país donde un funcionario maneja la empresa; donde hay que pedirle permiso para vender un producto y esperar que digan cuántos y a cuanto hay que venderlos; en un país en el que uno deposita dólares, el Gobierno los convierte en pesos y después la Corte dice que está todo bien. Bueno, en ese país, un inversor no pude pedir la misma rentabilidad que en una empresa que opera en un país estable".
Y luego cortó la conversación telefónica con LA NACION. Y volvió a llamar, atragantado con, por lo menos, cinco ejemplos más.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar
Editado por Paola Totonelli, Equipo de Redacción de www.proactivos.com
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