Argentina: Primer Balance De Una Gestión
Propios y ajenos le reconocen el cauto manejo fiscal; las críticas apuntan a la pérdida de poder de decisión en temas cruciales como precios y energía.
Pasado mañana Felisa Miceli festejará su primer cumpleaños al frente del Ministerio de Economía con buenos indicadores en materia de solidez del nivel de actividad, superávit fiscal y de cuenta corriente, junto con una suba en la producción industrial, aunque con escasos resultados en materia de planes de inversiones de largo plazo y de reforma fiscal, entre otras asignaturas pendientes que garanticen el crecimiento de largo plazo.
De hecho, este año el PBI crecerá entre el 8,5% y el 9%, el ahorro primario rondará el 3,5%, la inflación un 10%, el superávit comercial llegará a US$ 11.500 millones y la relación deuda-PBI bajará del 68 al 63%, con buenas perspectivas para el año próximo, cuando Kirchner (¿Néstor o Cristina?) busque ganar las elecciones presidenciales.
¿Qué más podría pedir un ministro de Economía? Las críticas públicas más fuertes a este gobierno giran en torno de los problemas de energía –una cuestión que compete al ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, con el que Miceli mantiene una relación distante– y de los controles de precios, manejada con más efectismo que efectividad por el polémico secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.
Más aún, en el Palacio de Hacienda afirman con orgullo que en las encuestas que maneja el Gobierno, Miceli tiene mejor imagen que sus colegas del gabinete y que su relación con la cúspide del poder político –el Presidente, la primera dama y el jefe de Gabinete– es “muy buena”. Sin embargo, la gestión de Miceli recibe, de tanto en tanto, críticas en voz alta y en voz baja. Se trata de cuestionamientos referidos más a ciertas indefiniciones que a los errores cometidos desde el 28 de noviembre del año pasado, cuando asumió en reemplazo de Roberto Lavagna.
Así surge de un relevamiento de opiniones entre analistas, empresarios y funcionarios de los poderes Ejecutivo y Legislativo. Estos últimos prefirieron hablar en forma anónima.
Del lado del haber, los entrevistados subrayaron que la actividad económica no exhibe signos de desaceleración, crece la inversión de las pyme, las expectativas de inflación minorista se redujeron respecto de fines del año pasado, el ahorro primario sigue arriba del 3% aunque el gasto se expanda, el frente externo se mantiene con buenas cuentas y no se agotó la competitividad cambiaria real a más de cuatro años y medio de la devaluación del peso, entre otros logros. En el “debe”, se resaltaron un manejo poco dúctil en el conflicto de la carne y el campo en general, escasos proyectos de grandes inversiones e inacción en algunas cuestiones que la ministra se comprometió a priorizar, como una reforma tributaria para mejorar la distribución del ingreso.
De todos modos, la mayoría de los consultados cree que los aciertos y los errores de este año –y de la mayor parte de las decisiones que se tomaron desde 2003– le corresponden básicamente al presidente Kirchner, que desde la inauguración de su mandato recortó en forma progresiva el poder de sus ministros “heredados”, incluyendo al propio Lavagna. Esta pérdida de poder relativo del Ministerio de Economía dentro del Gobierno, que varios analistas y empresarios cuestionan, para Miceli es una virtud. "Felisa -relata con tranquilidad a LA NACION una fuente confiable del Palacio de Hacienda- entró al cargo como una economista política y adoptó un perfil técnico, a diferencia de otros ministros que hicieron el camino inverso."
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En este sentido, se expresó, la ministra no ha tenido nunca problemas en que sea el Presidente quien anuncie los logros de la gestión económica, aunque no deje de discutir ciertos puntos de vista con él puertas adentro en la Casa de Gobierno en el más absoluto silencio.
Al respecto, el director del Cefid-Ar (que pertenece a la banca pública y está cerca de Miceli), Guillermo Wierzba, dijo que "el mérito central de este equipo es creer en la política, no naturalizar la economía para generar cambios, a diferencia de lo que se hacía en los 90".
Más aún, según Wierzba, esa estrategia se reflejó en la gestación de los acuerdos de precios, que manejó Miceli en el primer trimestre del año hasta la llegada de Moreno y que permitió reducir las expectativas inflacionarias para 2006.
Por otro lado, el economista sostuvo que el rasgo destacable de este año de gestión en Economía pasa por "las tasas altas de crecimiento, con una inflación muy controlada, suba en la inversión y en el ahorro interno, de- sendeudamiento y suba del crédito y del ahorro interno, y cuentas fiscales y externas positivas".
Desde otro ángulo ideológico, Daniel Artana, de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), sostuvo que si bien desde fines de 2005 "la economía tuvo resultados muy buenos en materia de crecimiento y creación de empleo", al mismo tiempo "se perdió un año para tomar decisiones que corrigieran algunos desvíos microeconómicos populistas: a los acuerdos de precios se les agregó las restricciones en materia de exportaciones, en un contexto de suba de los precios internacionales".
El caso más claro de esta "pérdida" de oportunidades, señaló Artana, es el de las inversiones, "ya que el país está creciendo casi igual que el promedio de América latina, pero nos estamos perdiendo un boom increíble, como Chile, que tiene la inversión en el 30% de su PBI", mientras que la Argentina terminará entre el 22 y el 23 por ciento, un nivel récord, pero que para algunos es más bajo que el requerido para sostener la fuerte demanda actual.
En este sentido, un flamante informe del Palacio de Hacienda, al que accedió LA NACION, destacó las siguientes medidas tomadas para estimular la oferta:
Promoción de inversiones: fueron aprobados 23 proyectos correspondientes al segundo llamado a concurso (14 de grandes empresas y nueve de pymes), por un monto total de inversiones de 1613 millones de pesos.
Aliento a la industria del software: las empresas aprobadas e inscriptas entre diciembre de 2005 y noviembre de 2006 ascienden a un total de 89. Entre ellas, 48 realizan exportaciones por un promedio del 34% del total.
Incentivo para fabricantes nacionales de bienes de capital: tras prorrogar por tres años el régimen de reintegro del 14%, las empresas con beneficio totalizaron 1617 con compromisos por 446 millones de pesos.
Biotecnología moderna: se avanzó en el tratamiento de la ley para la promoción de la industria nacional de biotecnología moderna.
Pasado mañana Felisa Miceli festejará su primer cumpleaños al frente del Ministerio de Economía con buenos indicadores en materia de solidez del nivel de actividad, superávit fiscal y de cuenta corriente, junto con una suba en la producción industrial, aunque con escasos resultados en materia de planes de inversiones de largo plazo y de reforma fiscal, entre otras asignaturas pendientes que garanticen el crecimiento de largo plazo.
De hecho, este año el PBI crecerá entre el 8,5% y el 9%, el ahorro primario rondará el 3,5%, la inflación un 10%, el superávit comercial llegará a US$ 11.500 millones y la relación deuda-PBI bajará del 68 al 63%, con buenas perspectivas para el año próximo, cuando Kirchner (¿Néstor o Cristina?) busque ganar las elecciones presidenciales.
¿Qué más podría pedir un ministro de Economía? Las críticas públicas más fuertes a este gobierno giran en torno de los problemas de energía –una cuestión que compete al ministro de Planificación Federal, Julio De Vido, con el que Miceli mantiene una relación distante– y de los controles de precios, manejada con más efectismo que efectividad por el polémico secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.
Más aún, en el Palacio de Hacienda afirman con orgullo que en las encuestas que maneja el Gobierno, Miceli tiene mejor imagen que sus colegas del gabinete y que su relación con la cúspide del poder político –el Presidente, la primera dama y el jefe de Gabinete– es “muy buena”. Sin embargo, la gestión de Miceli recibe, de tanto en tanto, críticas en voz alta y en voz baja. Se trata de cuestionamientos referidos más a ciertas indefiniciones que a los errores cometidos desde el 28 de noviembre del año pasado, cuando asumió en reemplazo de Roberto Lavagna.
Así surge de un relevamiento de opiniones entre analistas, empresarios y funcionarios de los poderes Ejecutivo y Legislativo. Estos últimos prefirieron hablar en forma anónima.
Del lado del haber, los entrevistados subrayaron que la actividad económica no exhibe signos de desaceleración, crece la inversión de las pyme, las expectativas de inflación minorista se redujeron respecto de fines del año pasado, el ahorro primario sigue arriba del 3% aunque el gasto se expanda, el frente externo se mantiene con buenas cuentas y no se agotó la competitividad cambiaria real a más de cuatro años y medio de la devaluación del peso, entre otros logros. En el “debe”, se resaltaron un manejo poco dúctil en el conflicto de la carne y el campo en general, escasos proyectos de grandes inversiones e inacción en algunas cuestiones que la ministra se comprometió a priorizar, como una reforma tributaria para mejorar la distribución del ingreso.
De todos modos, la mayoría de los consultados cree que los aciertos y los errores de este año –y de la mayor parte de las decisiones que se tomaron desde 2003– le corresponden básicamente al presidente Kirchner, que desde la inauguración de su mandato recortó en forma progresiva el poder de sus ministros “heredados”, incluyendo al propio Lavagna. Esta pérdida de poder relativo del Ministerio de Economía dentro del Gobierno, que varios analistas y empresarios cuestionan, para Miceli es una virtud. "Felisa -relata con tranquilidad a LA NACION una fuente confiable del Palacio de Hacienda- entró al cargo como una economista política y adoptó un perfil técnico, a diferencia de otros ministros que hicieron el camino inverso."
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En este sentido, se expresó, la ministra no ha tenido nunca problemas en que sea el Presidente quien anuncie los logros de la gestión económica, aunque no deje de discutir ciertos puntos de vista con él puertas adentro en la Casa de Gobierno en el más absoluto silencio.
Al respecto, el director del Cefid-Ar (que pertenece a la banca pública y está cerca de Miceli), Guillermo Wierzba, dijo que "el mérito central de este equipo es creer en la política, no naturalizar la economía para generar cambios, a diferencia de lo que se hacía en los 90".
Más aún, según Wierzba, esa estrategia se reflejó en la gestación de los acuerdos de precios, que manejó Miceli en el primer trimestre del año hasta la llegada de Moreno y que permitió reducir las expectativas inflacionarias para 2006.
Por otro lado, el economista sostuvo que el rasgo destacable de este año de gestión en Economía pasa por "las tasas altas de crecimiento, con una inflación muy controlada, suba en la inversión y en el ahorro interno, de- sendeudamiento y suba del crédito y del ahorro interno, y cuentas fiscales y externas positivas".
Desde otro ángulo ideológico, Daniel Artana, de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), sostuvo que si bien desde fines de 2005 "la economía tuvo resultados muy buenos en materia de crecimiento y creación de empleo", al mismo tiempo "se perdió un año para tomar decisiones que corrigieran algunos desvíos microeconómicos populistas: a los acuerdos de precios se les agregó las restricciones en materia de exportaciones, en un contexto de suba de los precios internacionales".
El caso más claro de esta "pérdida" de oportunidades, señaló Artana, es el de las inversiones, "ya que el país está creciendo casi igual que el promedio de América latina, pero nos estamos perdiendo un boom increíble, como Chile, que tiene la inversión en el 30% de su PBI", mientras que la Argentina terminará entre el 22 y el 23 por ciento, un nivel récord, pero que para algunos es más bajo que el requerido para sostener la fuerte demanda actual.
En este sentido, un flamante informe del Palacio de Hacienda, al que accedió LA NACION, destacó las siguientes medidas tomadas para estimular la oferta:
Promoción de inversiones: fueron aprobados 23 proyectos correspondientes al segundo llamado a concurso (14 de grandes empresas y nueve de pymes), por un monto total de inversiones de 1613 millones de pesos.
Aliento a la industria del software: las empresas aprobadas e inscriptas entre diciembre de 2005 y noviembre de 2006 ascienden a un total de 89. Entre ellas, 48 realizan exportaciones por un promedio del 34% del total.
Incentivo para fabricantes nacionales de bienes de capital: tras prorrogar por tres años el régimen de reintegro del 14%, las empresas con beneficio totalizaron 1617 con compromisos por 446 millones de pesos.
Biotecnología moderna: se avanzó en el tratamiento de la ley para la promoción de la industria nacional de biotecnología moderna.
En este sentido, el director del Centro de Estudios de la Situación y Perspectivas de la Argentina (Cespa) de la Universidad de Buenos Aires, Jorge Schvarzer, sostuvo que este último año "ha sido excelente desde el punto de vista productivo, para el agro, industria, minería, producción y las exportaciones, sobre todo industriales".
Y cuando se le preguntó si el actual crecimiento es sano, respondió: "Más que nada es sorprendente, porque no hay crédito, lo cual indica una confianza en el negocio muy fuerte, muy superior a la que indican algunos comentarios. Y hay una buena infraestructura eléctrica, pero pésimos puertos y trenes y atrasos en los caminos y ferrocarriles, que deberían tener una programación de largo plazo".
Schvarzer también indicó que la venta de SanCor al grupo Soros demuestra "la ausencia de apoyo a la producción nacional", más allá de las manifestaciones oficiales de recrear una burguesía local.
Y, para concluir, opinó que no observa diferencias entre Miceli y su predecesor: "No las veo para nada, pese a que Lavagna diga lo contrario; no es una política de medidas mágicas, sino pequeñas y continuadas, que deberían profundizarse".
Críticas
En cambio, el ex presidente del Banco Central Javier González Fraga sostuvo que, a diferencia de lo que ocurrió antes de diciembre de 2005, "las decisiones más importantes no pasaron por Economía: tarifas, aislamiento internacional y energía, porque se ha perdido racionalidad en el gabinete".
"El ministerio ha perdido por falta de peso político, no de capacidad. Los números macro siguen siendo muy buenos, pero no se hizo nada en un año, demostrando que el padre de este modelo es Lavagna y no Kirchner", disparó González Fraga.
En cambio, el economista Miguel Bein dijo que esta gestión económica "ha sido más cuidadosa en el plano fiscal que la anterior, con un superávit primario que va a ser más alto en un 20% que el año pasado".
Desde el sector financiero también hubo dardos para estos doce meses de gestión, según el relato de un importante ejecutivo del sector de la banca:
Las bases de este modelo "las colocó Lavagna, inclusive antes que Kirchner, con un esquema fiscal muy robusto que ayudó a reconstituir las reservas".
Desde el inicio de su gestión, Miceli "se limitó a administrar la situación, pero los frentes abiertos siguen igual: Club de París, la relación con Brasil, mayor brecha entre el índice de precios y la inflación real y una expectativa salarial y de suba de la demanda importante".
Y cuando se le preguntó si el actual crecimiento es sano, respondió: "Más que nada es sorprendente, porque no hay crédito, lo cual indica una confianza en el negocio muy fuerte, muy superior a la que indican algunos comentarios. Y hay una buena infraestructura eléctrica, pero pésimos puertos y trenes y atrasos en los caminos y ferrocarriles, que deberían tener una programación de largo plazo".
Schvarzer también indicó que la venta de SanCor al grupo Soros demuestra "la ausencia de apoyo a la producción nacional", más allá de las manifestaciones oficiales de recrear una burguesía local.
Y, para concluir, opinó que no observa diferencias entre Miceli y su predecesor: "No las veo para nada, pese a que Lavagna diga lo contrario; no es una política de medidas mágicas, sino pequeñas y continuadas, que deberían profundizarse".
Críticas
En cambio, el ex presidente del Banco Central Javier González Fraga sostuvo que, a diferencia de lo que ocurrió antes de diciembre de 2005, "las decisiones más importantes no pasaron por Economía: tarifas, aislamiento internacional y energía, porque se ha perdido racionalidad en el gabinete".
"El ministerio ha perdido por falta de peso político, no de capacidad. Los números macro siguen siendo muy buenos, pero no se hizo nada en un año, demostrando que el padre de este modelo es Lavagna y no Kirchner", disparó González Fraga.
En cambio, el economista Miguel Bein dijo que esta gestión económica "ha sido más cuidadosa en el plano fiscal que la anterior, con un superávit primario que va a ser más alto en un 20% que el año pasado".
Desde el sector financiero también hubo dardos para estos doce meses de gestión, según el relato de un importante ejecutivo del sector de la banca:
Las bases de este modelo "las colocó Lavagna, inclusive antes que Kirchner, con un esquema fiscal muy robusto que ayudó a reconstituir las reservas".
Desde el inicio de su gestión, Miceli "se limitó a administrar la situación, pero los frentes abiertos siguen igual: Club de París, la relación con Brasil, mayor brecha entre el índice de precios y la inflación real y una expectativa salarial y de suba de la demanda importante".
Por su parte, un empresario del sector productivo agregó que todo el Gobierno "tiene un perfil de clara defensa de la industria, pero faltan ideas y sobran dudas a la hora de tomar decisiones que permitan aumentar la competitividad del país, porque da la sensación que se trata más de una gestión reactiva que activa".
Este martes, cuando comience su segundo año al frente del Palacio de Hacienda, Miceli comenzará a diseñar su legado, el "plan productivo nacional" para diciembre de 2007, cuando se la juzgará nuevamente por sus acciones y sus omisiones.
Fuente: http://www.lanacion.com
Editado por Paola Totonelli, Equipo de Redacción de www.proactivos.com
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